Una rotura fibrilar es una lesión que se produce cuando se desgarran las fibras que componen el músculo. Esta lesión puede ser causada por un golpe directo, un estiramiento excesivo, una contracción brusca o una falta de elasticidad o hidratación. La rotura fibrilar puede afectar a cualquier músculo del cuerpo, pero es más frecuente en las piernas y la espalda. Los síntomas de una rotura fibrilar son dolor intenso, inflamación, hematoma, limitación del movimiento y deformidad en la zona lesionada .
El tratamiento de una rotura fibrilar depende del grado de la lesión y del músculo afectado. En general, se recomienda seguir las siguientes fases:
– Fase aguda (del día 1 al 5): se trata de reducir la inflamación y el dolor mediante la aplicación de frío, el reposo relativo, la elevación y la compresión de la zona lesionada. También se pueden usar antiinflamatorios y analgésicos bajo prescripción médica. En esta fase se pueden realizar ejercicios de movilización pasiva y drenaje linfático para favorecer la circulación y evitar la rigidez articular .
– Fase de inicio de la recuperación (del día 5 al 10): se trata de estimular la regeneración de las fibras musculares mediante técnicas de fisioterapia como el ultrasonido, el INDIBA, el masaje terapéutico o la electroterapia . También se pueden iniciar ejercicios de estiramiento suave y contracción isométrica para mejorar la elasticidad y el tono muscular.
– Fase de recuperación parcial (del día 10 en adelante): se trata de aumentar progresivamente la carga y la intensidad de los ejercicios para recuperar la fuerza, la resistencia y la coordinación muscular. Se pueden realizar ejercicios de contracción isotónica, isocinética y excéntrica, así como ejercicios funcionales específicos del deporte o actividad que se practique.
– Fase de recuperación total (del día 20 en adelante): se trata de volver a la actividad normal con precaución y siguiendo las indicaciones del fisioterapeuta o el médico. Se deben mantener los ejercicios de estiramiento, fortalecimiento y calentamiento para prevenir posibles recaídas o complicaciones como la fibrosis o las adherencias .
La prevención de una rotura fibrilar pasa por realizar un adecuado calentamiento antes del ejercicio, mantener una buena hidratación, llevar una dieta equilibrada rica en proteínas y omega 3, usar un calzado adecuado, evitar los cambios bruscos de ritmo o intensidad, respetar los tiempos de descanso y recuperación, y consultar con un profesional ante cualquier molestia o signo de alarma.
En nuestra clínica de fisioterapia deportiva tratamos eficazmente todo tipo de roturas fibrilares con excelentes resultados.